NEOCLASICO

En el terreno de la religión, el siglo XVIII se nos muestra, una vez más, como una época compleja, como un período de transición entre las formas tradicionales de pensamiento y vivencia religiosa y un nuevo mundo emergente más secularizado, antidogmático, fruto del triunfo de la revolución científica y el cartesianismo, que obliga a un cambio cualitativo de gran importancia a la hora de pensar en Dios y en el Universo. Por ello, junto al ataque furibundo de los filósofos a las Iglesias establecidas, origen de una corriente anticlerical de gran éxito en el futuro, nos encontramos movimientos en el seno de esas mismas Iglesias, sobre todo la protestante, que ansían tanto renovar la vivencia de la fe como ser la respuesta a las ideas racionalistas apelando a la sensibilidad y el sentimiento. Tampoco las diatribas en nombre de la razón conseguirán atenuar la fe ni terminar con las devociones populares, de forma que las prácticas religiosas siguen marcando la vida de la mayor parte de las poblaciones. No puede olvidarse que el siglo XVIII fue también época de peregrinaciones, el momento en que Bach crea sus misas y Haëndel sus oratorios. 
Se mantiene, asimismo, el papel de la religión como medio de cohesión social dentro de los Estados, de ahí que los gobernantes, muchos de ellos piadosos, fomenten y practiquen la observancia. Ahora bien, el poder que ello supone para las Iglesias, en especial la católica, va a ser cuestionado en su legalidad y atacado a lo largo de la centuria por la política de los gobernantes dirigida a poner al clero bajo su control y a su servicio. También los ilustrados se dieron cuenta de la utilidad de este poder y algunos de ellos llegaron a defender un sistema religioso a dos niveles: uno, racional y puro para la elite; otro, sentimental para regular las mentes y los corazones de la plebe. El culto revolucionario al Ser Supremo plasmaría estas ideas. 
En suma, fuente de poder o vivencia personal, racional o revelada, la religión jugó un papel importante en el mundo europeo
Los ataques de la Ilustración no fueron los únicos a los que tuvo que hacer frente la Iglesia católica en sus territorios; además hubo de soportar el de los déspotas ilustrados y el desafío de la división interna. Nacieron así tres temas característicos de la historia europea durante la centuria: regalismo, jansenismo y disolución de los jesuitas. 
Los temas concretos del enfrentamiento Igiesia/Estado durante el siglo XVIII fueron los clásicos: nombramiento de obispos, independencia episcopal, cuestiones jurisdiccionales e inmunidades eclesiásticas. Atrapados entre su debilidad, las presiones de la curia y las de las monarquías, los sucesivos papas fueron cediendo a las reclamaciones de éstas en los concordatos que se firmaban. Nápoles obtuvo amplias concesiones de Benedicto XIV; Portugal lo hizo en 1740; Cerdeña, en 1741; España, en 1737 y 1753, etc.
Las órdenes monásticas no salieron mejor paradas. Su forma de vida no encajaba bien con el vitalismo y los valores triunfantes; sus ingresos y propiedades suscitaban muchas envidias. El resultado fue, en el mejor de los casos, su control por parte de las autoridades civiles (Calabria, España, Sicilia); en el peor, la supresión parcial o total de sus casas.

ARQUITECTURA

 


IGLESIA DE SAN SULPICIO  PARÍS. SIGLO XVIII.

La Iglesia de san Sulpicio obra de Nicolás Servandoni, un escenógrafo italiano, es una muestra avanzada de lo que más tarde sería una eclosión, motivada por  el cansancio de la frivolidad barroca, especialmente en sus manifestaciones más tardías, en las que la excesiva profusión decorativa impedía captar la racionalidad de las producciones artísticas.

La iglesia tiene su historia, construida sobre la base de una iglesia gótica en el siglo XVII se inició  su construcción, las obras tuvieron que ser suspendidas con ocasión de la revolución francesa, que la ocupó como almacen siendo finalizada en pleno siglo XVIII .

 


En Italia encuentra el neoclasicismo modelos vivos que sirvieron  de ejemplares para la arquitectura. Una arquitectura que busca la racionalidad y somete a crítica la arquitectura barroca , especialmente por su falta de funcionalidad. Roma se convierte en la meta de muchos arquitectos que estudian in situ sus ruinas clásicas.

El Panteón de Agripa en Roma se convierte en modelo de no pocos templos cristianos como el de la Madre de Dio en Turín y san Francisco de Paula en Nápoles.

LATERAL IZQUIERDO DE LA BASILICA DE SAN FRANCISCO DE PAULA EN NÁPOLES.

San Francisco de Paula fue un ermitaño fundador de los religiosos y religiosas llamados Mínimos y Mínimas. Desde muy joven empezó su vida de ermitaño en las afueras de la ciudad de Paula, en Italia. Pronto se le unirían varios compañeros movidos por la fama de santidad de Francisco. En el año 1470 esta reunión de ermitaños recibe la aprobación del Arzobispo de Cosenza, el Papa  Sixto IV les daría la aprobación pontificia. Francisco marchó a Francia donde encontraría el apoyo de los reyes logrando, tras ciertas gestiones diplomáticas ante la sede romana, la aprobación de sus estatutos.En la actualidad los Mínimos y Mínimas siguen fecundando a la iglesia católica con su vida monacal.

 

FACHADA DE LA CATEDRAL DE PAMPLONA.

La catedral de Santa María de Pamplona forma parte de un conjunto de carácter religioso en el que se entremezclan diversas edificaciones de tiempos  y estilos que van desde el románico pasando por el gótico hasta llegar al neoclásico que aparece en sus sacristías y sobre todo en su fachada .La misma fue  construida por Santos Ángel de Ochandátegui dentro delespiritu ilustrado del siglo XVIII que vino a sustituir a la fachada románica en peligro de desplomarse.

La Catedral sigue estando dedicada a santa María, la Virgen Blanca, tema muy querido del románico que en alguna medida vino a desplazar la centralidad que su Hijo tuvo en el arte primitivo cristiano, aunque en realidad Jesucristo siguió estando presente en el arte aunque muy a menudo en los brazos de su Madre.