Las posturas románticas acerca de la religión son variadas. No obstante, en general la creencia no la fundan los románticos en ninguna norma establecida, en ninguna moral instituida, sino
en un sentimiento interior y en una intuición esencial de lo divino que conduce a una unión mística con Dios.
Lo que hay de esencialmente nuevo en la religión de los románticos, sobre todo en Alemania, es este sentimiento interior. El intercambio o comunicación entre el individuo y el universo
denota una vida superior, y la primera condición de la vida moral. La conciencia de pertenecer a un todo, de formar parte de él desde la propia individualidad, conlleva una responsabilidad
moral.
Para todos los románticos no existe Dios fuera del mundo y del hombre, y debemos actuar motivados por el entusiasmo y el amor ("sintiéndose lleno de Dios", F. Schlegel), una comunicación
directa entre el hombre y la naturaleza, el hombre y Dios, el Uno y el Todo.
Si en la Ilustración brillaba la luz, en el Romanticismo nos abruman las tinieblas. Bajo el nombre de "Romanticismo" se esconde un grito desgarrador de libertad. Después de la caída de Napoleón, el Romanticismo, es una vía de escape para las jóvenes generaciones que aspiran a encarnar los principios revolucionarios.
El Romanticismo puede entenderse como la "primera vanguardia en la Historia del Arte", se inaugura la entrada en una nueva época, la nuestra: